El nadador venezolano Jorge Eliézer Otaiza Hernández es uno de los aspirantes a portar el estandarte nacional en los próximos Juegos Bolivarianos Lima-Ayacucho 2025, honor reservado para aquellos atletas que además de su talento, demuestran liderazgo, disciplina y un historial de logros internacionales que enorgullecen al país.
A los cuatro años tuvo su primera experiencia en las piletas de Parque Naciones Unidas en el Club Paraíso GT del que atesora los mejores recuerdos y enseñanzas de su infancia. Por ese entonces, no tenía la menor idea de que era el inicio de una trayectoria que hoy lo coloca como uno de los nadadores más representativos del país.
Herencia familiar
Pocos saben que la natación no fue su primera opción, porque el karate, la música, entre otras actividades deportivas lo tentaron. El responsable de su primer contacto con el agua fue su fallecido padre, Eliézer Otaiza, un consumado nadador, quien a los seis meses de edad sumergió a Jorge en la piscina.
“Él no me enseñó a nadar. Me enseñó a entender el agua. La natación no fue mi elección más fuerte, pero fue la única que nunca me dejó y siempre estuvo allí”, confiesa.
Otaiza padre era un hombre de carácter, disciplinado, con visión deportiva. Fue su primer técnico, primer mentor y primer héroe. «Mi papá fue quien me enseñó lo que es el alto rendimiento. Con constancia, trabajo y responsabilidad», recuerda el tritón
Sueño olímpico
Cuando su padre dejó este plano prematuramente, Jorge tenía 18 años. Fue entonces cuando la natación dejó de ser un hobby para convertirse estilo de vida. “Después de su muerte, decidí tomarla como mi profesión. No solo en su nombre, sino en el mío. Porque su sueño era verme convertido en un atleta olímpico”.
A los 19 años, en el Mundial de Budapest 2022, estuvo muy cerca de clasificar semifinales. Fue el fruto de años de entrenamiento metódico, paciencia y constancia. Desde entonces, su trayectoria lo ha visto consagrarse campeón bolivariano, suramericano, centroamericano y medallista panamericano junior.
Forma de vida
Pero si algo lo distingue es su filosofía para relacionarse con la natación. «No entreno para romper récords. Entreno para entender mi cuerpo«, repite convencido.
Su metodología va más allá de las 9 o 10 sesiones semanales en el agua, y los entrenamientos de fuerza en el gimnasio, pues incluye meditación, movilidad, flexibilidad y la calma. “La gente olvida que el cuerpo no se construye solamente el entrenamiento, sino también en la recuperación y el descanso”.
Enfoque integral
A su juicio cada nadador es distinto y requiere construir su propio camino de manera integral. “Aprender es la base de todo. No solo de la natación. Si no entiendes cómo funciona tu cuerpo, no puedes optimizarlo. Y si no lo optimizas, no puedes llegar al límite y elevarlo al cuadrado”.
Este ciclo olímpico, sin embargo, tiene un sabor especial para Otaiza por el gran respaldo institucional que ha recibido para su preparación y competencias.
«El ministro del deporte, Franklin Cardillo, y el viceministro de Alto Rendimiento Hengelbert Herrera no solo me dieron recursos, me hicieron sentir que mi esfuerzo es de toda Venezuela”.
Su padre nunca llegó a los Juegos Olímpicos a pesar de participar en diversas escalones del ciclo competitivo, por lo que el hijo quiere alcanzar el gran reto.
«Tengo el objetivo de cumplir ese sueño de conseguir el cupo olímpico», y los Juegos Bolivarianos serán el inicio de ese exigente camino para llegar a Los Ángeles 2028.
Felipe Ramírez / Prensa Mindeporte

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